Priorizando y leyendo tus fuentes
Si trabajas seriamente en tu bibliografía, seguramente vas a conseguir una lista de recursos de los cuales no vas a poder leer cada página (aparte del volumen de lectura de tu lista actual, recuerda que en la medida que vas leyendo, tu lista irá creciendo). Así que, es necesario establecer una jerarquía de lectura. Tienes que hojear los recursos que has recopilado hasta el momento y decidir cuáles son los más importantes y merecedores de tu atención, y dedicarte a ellos. ¿Cómo lo vas a hacer?
1. Reunir todos tus recursos
Ve a la biblioteca y saca los libros y artículos que tienes en tu bibliografía. Ponte la meta de mirar cada recurso que tienes en tu mesa en un par de horas (ensayo) o en una tarde/un día (Trabajo fin de grado).
2. Conocer tus fuentes
Por supuesto, no vas a poder leer mucho de nada, sino que vas a leer un poco de muchas cosas. Tu meta ahora es establecer un planning, no llegar a conclusiones sobre tu tema. Esto requiere disciplina porque seguramente encontrarás textos interesantes y querrás leer más. Tienes que obligarte este día a no parar sobre ningún libro ni artículo, por interesante que sea.
Registra un resumen muy breve de cada recurso que examinas, junto con tus impresiones de ellos (recomiendo hacerlo en el portátil, si es posible). Estos apuntes no son los «definitivos»; más bien son orientativos para ayudarte a recordar de qué va el libro y completar tu estrategia. Sirve, en primer lugar, para asegurar que hayas entendido lo que has leído, y en segundo lugar, para acordarte después de lo que viste en el libro. Estate preparado para añadir recursos bibliográficos, y registrar también ideas para el proyecto; aunque cuidado, estas no son tus metas principales. Aconsejo que no pares para apuntar ninguna cita ni resumen larga para no bajar el ritmo.
3. Establecer un orden de lectura
Después de una lectura superficial de tus fuentes, ¿según qué criterios vas a ordenar tu bibliografía? A continuación sugiero unas pautas:
4. Volver a organizar tu bibliografía
Después de considerar estos factores, es necesario re-organizar la bibliografía según alguna jerarquía de prioridad, según temas, y según clases de recursos (visión panorámica, libros, artículos, fuentes primarias y secundarias, etc.). La bibliografía final tomará forma alfabética, pero la organizarás así más adelante. De momento lo que quieres conseguir es una representación clara de la relativa importancia de las fuentes que has acumulado.
5. Digerir las fuentes más importantes
El siguiente paso es dedicarte a leer los textos más señalados según la valorización que hiciste en el primer acercamiento. Leerás las parcialmente o enteramente artículos, capítulos y libros. Hay que identificar y digerir los pasajes más pertinentes para tu investigación, leyéndolos detenidamente para entenderlos. La meta no es meramente acumular más datos, ni poder repetir algunas frases del autor, sino llegar a comprender las ideas expresadas en el texto. Ver los artículos en «La lectura» para consejos acerca de una lectura eficaz.
Más en «La investigación»
- Escogiendo un tema
- Definiendo el enfoque del trabajo
- La bibliografía
- Usando recursos de Internet
- Priorizando y leyendo tus fuentes
- El buen uso de fuentes
1. Reunir todos tus recursos
Ve a la biblioteca y saca los libros y artículos que tienes en tu bibliografía. Ponte la meta de mirar cada recurso que tienes en tu mesa en un par de horas (ensayo) o en una tarde/un día (Trabajo fin de grado).
2. Conocer tus fuentes
Por supuesto, no vas a poder leer mucho de nada, sino que vas a leer un poco de muchas cosas. Tu meta ahora es establecer un planning, no llegar a conclusiones sobre tu tema. Esto requiere disciplina porque seguramente encontrarás textos interesantes y querrás leer más. Tienes que obligarte este día a no parar sobre ningún libro ni artículo, por interesante que sea.
Registra un resumen muy breve de cada recurso que examinas, junto con tus impresiones de ellos (recomiendo hacerlo en el portátil, si es posible). Estos apuntes no son los «definitivos»; más bien son orientativos para ayudarte a recordar de qué va el libro y completar tu estrategia. Sirve, en primer lugar, para asegurar que hayas entendido lo que has leído, y en segundo lugar, para acordarte después de lo que viste en el libro. Estate preparado para añadir recursos bibliográficos, y registrar también ideas para el proyecto; aunque cuidado, estas no son tus metas principales. Aconsejo que no pares para apuntar ninguna cita ni resumen larga para no bajar el ritmo.
3. Establecer un orden de lectura
Después de una lectura superficial de tus fuentes, ¿según qué criterios vas a ordenar tu bibliografía? A continuación sugiero unas pautas:
- Pertenencia. Con la cuestión específica que quieres investigar plasmada en unas frases (yo lo pondría tal vez en una hoja impresa pegada delante de tu escritorio donde la puedes ver constantemente), te tienes que preguntar si la fuente que estás considerando te va a ayudar a contestar tu pregunta o no, y en qué grado. ¿Esta fuente dedica mucho o poco espacio a cuestiones relevantes a mi investigación?
- ¿Quién es el autor? Hay autores que trabajan mejor que otros, autores que vale más la pena leer que otros, y autores cuyos argumentos suelen tener más peso y autoridad que otros. Cuando hayas leído mucho en tu área, sabrás quienes son los autores principales y los relativos méritos de cada uno. Mira en el libro, o al final del artículo para ver dónde trabaja el autor (dónde enseña, de qué iglesia es pastor, etc.). Si es profesor en una institución seria, su obra tiene más números de ser seria también. También en Internet puedes buscar referencias sobre él o ella en Google Scholar, donde podrás ver cuál es su trasfondo, su trayectoria e incluso encontrar más referencias bibliográficas.
- ¿Quién es la editorial? Cualquier persona puede publicar su libro hoy en día (auto-publicación), con una presentación relativamente digna. El hecho de ser publicado no significa automáticamente que sea un buen recurso; depende, en parte, de quien lo publica. Las editoriales conocidas suelen mirar con lupa los manuscritos que reciben para su posible publicación, y no editan cualquier cosa. Además, hay dinero limitado para publicar, de modo que hay competencia. Lo que se publica en editoriales conocidas (o revistas teológicas importantes) suele ser de calidad (¡Ojo! Calidad no significa veracidad; aunque sí significa que la obra es el resultado de investigación y pensamiento serio). Algunas editoriales conocidas y serias son: (castellano) Andamio, Clie, Vida, Unilit, Portavoz, Peregrino; (inglés) Zondervan, Eerdmans, IVP, P&R, Baker, Hendrikson, Oxford, Cambridge, etc.
- ¿Qué nivel tiene? Se puede saber, sin mirar mucho, si algo está escrito a un nivel popular o a un nivel más técnico. Lo popular te puede servir como introducción, pero seguramente no es citable en un trabajo académico. Esto va tanto para los libros como para las revistas. Por ejemplo, la diferencia entre «Presencia» (popular) y «Alétheia» (más técnico), y «Revista Catalana de Teología» (todavía más técnico)—se puede citar a partir de un nivel Alétheia en los trabajos.
- Fecha. Muchas veces lo más reciente es lo más relevante. No siempre es así, pero cuando estás trabajando un tema que ha recibido mucha atención, las fuentes más recientes son mejores porque –si son buenas– tienen en cuenta lo que las precede, y aportan avances.
- Bibliografía y notas. Hoy en día se espera de los autores una documentación muy completa. Las obras técnicas que contienen pocas citas y poca bibliografía pueden considerarse sospechables (aunque esta no es una regla fija).
- Tono. ¿Es objetivo o subjetivo? Un escrito con un tono demasiado dogmático, crítico o sentencioso es de sospechar porque, o bien su autor no ha hecho el esfuerzo de entender bien los argumentos de posturas contrarias a la suya, o escribe desde una postura muy emocional, lo cual pone en peligro su objetividad.
4. Volver a organizar tu bibliografía
Después de considerar estos factores, es necesario re-organizar la bibliografía según alguna jerarquía de prioridad, según temas, y según clases de recursos (visión panorámica, libros, artículos, fuentes primarias y secundarias, etc.). La bibliografía final tomará forma alfabética, pero la organizarás así más adelante. De momento lo que quieres conseguir es una representación clara de la relativa importancia de las fuentes que has acumulado.
5. Digerir las fuentes más importantes
El siguiente paso es dedicarte a leer los textos más señalados según la valorización que hiciste en el primer acercamiento. Leerás las parcialmente o enteramente artículos, capítulos y libros. Hay que identificar y digerir los pasajes más pertinentes para tu investigación, leyéndolos detenidamente para entenderlos. La meta no es meramente acumular más datos, ni poder repetir algunas frases del autor, sino llegar a comprender las ideas expresadas en el texto. Ver los artículos en «La lectura» para consejos acerca de una lectura eficaz.
Más en «La investigación»
- Escogiendo un tema
- Definiendo el enfoque del trabajo
- La bibliografía
- Usando recursos de Internet
- Priorizando y leyendo tus fuentes
- El buen uso de fuentes