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Ensayo exegético

1. Guía para la redacción de un ensayo exegético

Introducción

Algún día quizá escriba un artículo de unas cuantas páginas acerca de la redacción de trabajos exegéticos. De momento, ofrezco este breve resumen con unos puntos que espero que sean de ayuda.

Para más información sobre este tema, se pueden consultar otras secciones del «Rincón de redacción». También recomiendo los siguientes libros:

N. J. Vyhmeister, Manual de investigación teológica, Miami: Vida 2009.
J. S. Duvall – J. D. Hays, Hermenéutica: Entendiendo la Palabra de Dios, Terrassa:
Clie 2008 (ver el apéndice sobre la redacción de ensayos exegéticos).
 
 
La exégesis y la redacción

Es necesario separar lo que es el trabajo exegético y la redacción del trabajo en sí. La presentación en los ensayos casi nunca debe seguir el orden del método exegético. Los método exegéticos están pensados para ayudar a «llegar al fondo» del texto; pero a la hora de explicar los resultados a otra persona, el orden lógico de la presentación seguramente será diferente.
 

¿Qué orden seguir?

Imagínate que tuvieras 30 minutos para dar una ponencia sobre el texto que has investigado. ¿Cómo explicarías tus descubrimientos? ¿Cuál es la manera más concisa, clara y persuasiva para comunicar lo que crees que significa el texto? Habiendo hecho el esfuerzo de seguir el método exegético, piensa en los datos que ahora tienes; es necesario decidir cuáles son los más importantes. Posteriormente tienes que pensar en el orden de la explicación. Repito: es probable que el orden de tu presentación no sea el que seguiste en tu proceso exegético. En el «Rincón» hay más sobre el orden y la argumentación.
 

Las secciones del trabajo

El trabajo tiene que incluir, por lo menos, una introducción, el cuerpo, y una conclusión (además, el trabajo debe llevar una portada y bibliografía, ver las «Normas bibliográficas»). A continuación explico un poco acerca de cada uno de estos elementos:

La introducción

Es necesario incluir en la introducción una frase con una clara presentación de tesis. Es decir, tienes que informar al lector –ya en la introducción– cual crees que es el significado del pasaje que has estudiado. No le dejes en suspenso. Además, antes de la tesis puedes hablar de algún interrogante o debate acerca del significado del texto, quizás algo que te ha motivado a investigarlo más. Esto sirve para atraer la atención del lector.

El cuerpo

Luego, en el cuerpo del trabajo tienes que argumentar a favor de tu hipótesis. Busca la mejor manera de convencer al lector que tienes razón. En este sentido no existe ningún orden fijo; el orden dependerá de cuáles son los aspectos exegéticos más importantes a tener en cuenta para llegar al entendimiento del pasaje. Según el texto, hará falta enfatizar el estudio léxico de alguna palabra clave, algún dato del contexto histórico, alguna conexión con el contexto de otros pasajes bíblicos, etc. Todo depende de cuáles son las cuestiones exegéticas más destacadas para la interpretación del texto bajo consideración. Lo más seguro es que una consideración exegética te lleve a otra, de modo que al final acabas estructurando tu explicación según una progresión lógica que ayuda al lector a seguirte.

La conclusión

En la conclusión debes aprovechar para rematar el tema. No debería quedar la menor duda acerca de lo que querías decir (si tienes razón o no es otra cosa). No utilices la conclusión para meter argumentos nuevos. Todos los argumentos deben aparecer ya en el cuerpo.
 

Un ejemplo

Resumo aquí unas ideas para explicar la exégesis de Ro. 7:7-25. Lo que hay a continuación es una explicación simplificada de cómo yo organizaría la redacción del trabajo.

Introducción

Empezaría hablando de la controversia sobre la interpretación de este pasaje, tal vez explicando cómo históricamente la tendencia ha sido más a favor de ver a Pablo detallando la lucha de un creyente con el pecado (hablando de él mismo), mientras que en las ultimas décadas se ha puesto más de moda verlo como la experiencia de un no creyente, o tal vez de una entidad corporativa. Después de haber explicado estos «problemas» exegéticos que han motivado mi investigación, haría un planteamiento de hipótesis. Supongamos que quisiera argumentar a favor de la postura de que el pasaje se refiere a Pablo mismo en su experiencia como no creyente, antes de conocer a Cristo. Lo explico en una frase (y esto sería la hipótesis), y luego quizá explicaría en unas frases más mi manera de proceder en la argumentación.

El cuerpo

Aquí es donde tengo que ordenar los datos exegéticos que he descubierto. Según mi manera de ver las cosas, hay dos preguntas que se tienen que contestar para entender este pasaje: (1) ¿el «yo» se refiere a un individuo o a una entidad corporativa?, (2) si es un individuo, ¿se refiere a un creyente o un no creyente? Estructuro el cuerpo según estas preguntas.

1. El «yo»: ¿individuo o entidad corporativa?

Para contestar esta pregunta, tengo que echar mano de varios elementos de la exégesis:

  • El «yo» como Israel
Empezaría considerando la posibilidad de que el «yo» se refiera a Israel. Explicaría unos factores a favor de esta interpretación y unas en contra. Me llevaría a considerar temas de lexicografía, como por ejemplo el significado de las palabras «vida» y «muerte» (v.9); tal consideración me llevaría a pensar que se refiere no a Israel, sino más bien a Pablo (¿en qué sentido se puede decir que Israel estuvo vivo antes que de la ley de Moisés fuese dada? Parece que sería más correcto decir que ni existía como nación hasta la venida de esta ley).

  • El «yo» como un individuo
Luego, consideraría las posibilidades de que fuera un individuo. Acabaré concluyendo que es Pablo, pero debería considerar la posibilidad de que fuera Adán. Tal consideración me lleva al contexto del AT, donde veo que el noveno mandamiento (que es el que Pablo cita) se da mucho después de Adán, lo cual parece indicar que Pablo no puede estar hablando de él. Luego, consideraría la posibilidad de que sea Pablo mismo. Esta posibilidad es la que más me convence, pero la dificultad que veo con ella es que tengo que explicar cómo se puede entender que era vivo y luego murió; concretamente, cómo se puede encajar esto con lo que Pablo mismo dice en Ef. 2:1 (que todos nacemos más bien muertos). Recorro, entonces, al contexto histórico y religioso, y veo la posibilidad de que Pablo, como los demás judíos, podía haber pensado que murió cuando asumió el yugo de la ley en su «Bar-mizvah». También tengo que explicar los significados de «vivir» y «morir» en el contexto de esta interpretación.
Lo cierto es que voy mezclando diferentes tipos de datos exegéticos en mi explicación. No sigo el orden del método exegético, sino el orden que parece más persuasivo para mi argumentación (aunque todo lo que digo se basa en lo que he descubierto siguiendo el método exegético). Lo que determina la organización de mi redacción no es el orden del método exegético, sino la coherencia lógica y la retórica.    

2. ¿Pablo convertido o no convertido?

Mi tesis es que este pasaje trata del Pablo no convertido. Así que, debería explicar los argumentos a favor, y también contestar los argumentos en contra. Puedo pensar en por lo menos tres maneras de hacer esto:

  • Comenzar argumentando a favor de mi conclusión
Una posibilidad sería la de empezar con los argumentos a favor de mi postura. Podría empezar con el más fuerte o el más débil, depende de cómo son los argumentos y cuál sería la manera más eficaz de presentarlos. Tal vez se puede discernir una progresión lógica entre los argumentos, o una relación de algún tipo entre ellos. Los ordeno de la manera que me parezca más convincente. Si lo hago así, tengo que, a continuación, explicar las objeciones a mi postura e ir contestando estas objeciones.

  • Comenzar contestando las objeciones a mi conclusión
Otra posibilidad sería la de empezar con los argumentos en contra de mi postura, y luego seguirlos con los argumentos a favor. La decisión entre estas dos posibilidades depende de qué presentación me parece más persuasiva y más fácil de explicar.

  • Opción diálogo
Una tercera posibilidad sería la de establecer una especie de diálogo entre los argumentos a favor y en contra, mezclándolos como si sus proponentes estuvieran presentes para discutir el tema «en vivo». Tal presentación consistiría en la exposición de un argumento seguido inmediatamente por un argumento contrario, seguido por la contestación de este argumento, etc. Por ejemplo: empiezo diciendo que el «yo» en Romanos 7 está en la carne (v.14), lo cual indicaría que no es creyente. Alguien que sostuviera la otra postura podría contestar diciendo que puede haber cristianos «carnales» (1 Co. 3), lo cual indicaría que Ro. 7:14 no necesariamente significa que el «yo» sea no creyente. Tengo que contestar esta objeción; tal vez lo hago diciendo que una cosa es ser «carnal» en algún aspecto de tu vida como creyente, otra cosa es estar «vendido al pecado» (final del v.14), lo cual parece caracterizar más bien al no creyente (sobre todo, dado que Pablo dice en el capítulo 6 que ya no somos esclavos al pecado). De esta manera establezco un diálogo entre las dos posturas y, si lo hago bien, puedo incluir todos los datos exegéticos importantes de una manera muy persuasiva para el lector.

La conclusión

En la conclusión, vuelvo a rematar el tema. Repito mi hipótesis (con otras palabras, y con algo más de convicción), y resumo los principales argumentos a favor. Debe ser de un párrafo o dos. Según los lectores del ensayo, me permito incluir un párrafo al final con algunas aplicaciones prácticas.
 
 
Conclusión

En fin, la idea es exponer los resultados de tus exploraciones exegéticas de la manera más comprensible y persuasiva posible. ¡Separa el orden del método exegético del orden de la exposición, y sé creativo!

2. Ejemplo del formato de un ensayo

Nota: este ensayo está aún «bajo construcción». Considero que hace falta algo más de documentación, y un buen repaso por parte de alguien que me puede ayudar con la gramática. No obstante, lo cuelgo de forma provisional para que tengáis otro ejemplo. Presta atención a los comentarios en los márgenes.
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