La lectura
Hace unos años se publicó un estudio estadístico que hablaba de tendencias sociales en España en relación con otros países de la Unión Europea original. Los resultados eran deprimentes. El estudio mostraba que España era el país donde se fumaba más, se dormía menos, se veía más la televisión, y se leía menos. Cada una de las tendencias reflejadas en el estudio eran preocupantes, y dudosamente habrán cambiado desde entonces. Este artículo se trata solo de la ultima: la lectura.
Ha habido un declive en la lectura, no solamente en España, sino en general en el mundo occidental. Este declive forma parte de una serie de cambios culturales en las últimas décadas. Hoy en día estamos muy ocupados, y tenemos casi infinitas ofertas de ocio a la punta de los dedos, sobre todo audio y vídeo, medios más fáciles que la lectura de texto. En contraste con generaciones pasadas, hoy es menos común el hábito de la lectura.
Pero me dirás: «aún leemos mucho texto en páginas webs, blogs, revistas virtuales, etc.». Es cierto, pero la gran mayoría de esta lectura es breve y superficial. Los mismos medios facilitan que sea así: si el blog se alarga demasiado, hago clic y paso a la siguiente página; si el texto me exige esfuerzo en pensar, paso a algo más fácil (igual que hacemos con el mando a distancia de la televisión). Por lo tanto, el declive lectivo ha sido tanto en la cantidad de lectura que se realiza como en su calidad. Por un lado, se lee poco (dedicamos el tiempo a otras cosas); por otro lado, se lee mal (de manera superficial, con poca comprensión, con poca capacidad critica).
Si este declive pasa factura a la población en general, a los creyentes aún más. Es así porque nuestra religión se basa en un texto. Nuestro texto se inspiró de forma sobrenatural y es evidente que contamos con la ayuda del Espíritu para entenderlo; no obstante, es un texto, y hay que leerlo. A veces digo que la carrera de teología es una carrera de letras, porque todo lo que hacemos debería basarse en nuestra lectura del texto bíblico.
Pero no sólo esto. Como creyentes, y en especial como maestros o predicadores, tenemos que leer más allá de la Biblia. Pertenecemos a una comunidad de fe que reflexiona sobre estas Escrituras. Los cristianos llevamos 2000 años registrado sus interpretaciones por escrito. Si en nuestra generación no leemos, no podemos aprovechar de toda esta reflexión como deberíamos.
¿Qué podemos hacer para mejorar como lectores? Primero, tenemos que entender que leer, para realmente crecer en entendimiento, requiere entrega y habilidades que van más allá de las necesarias para una simple lectura informativa o de ocio. Segundo, debemos desarrollar nuestra competencia lectora aprendiendo a usar las estrategias adecuadas. Y tercero, es necesario que nos habituemos a registrar lo que aprendemos por escrito. Ver los artículos de esta sección para unos consejos sobre la lectura:
- ¿Sabes leer?
- Tipos de textos académicos
- La pre-lectura
- Profundizando en los textos
- Tomando apuntes
- Hábitos personales
Ha habido un declive en la lectura, no solamente en España, sino en general en el mundo occidental. Este declive forma parte de una serie de cambios culturales en las últimas décadas. Hoy en día estamos muy ocupados, y tenemos casi infinitas ofertas de ocio a la punta de los dedos, sobre todo audio y vídeo, medios más fáciles que la lectura de texto. En contraste con generaciones pasadas, hoy es menos común el hábito de la lectura.
Pero me dirás: «aún leemos mucho texto en páginas webs, blogs, revistas virtuales, etc.». Es cierto, pero la gran mayoría de esta lectura es breve y superficial. Los mismos medios facilitan que sea así: si el blog se alarga demasiado, hago clic y paso a la siguiente página; si el texto me exige esfuerzo en pensar, paso a algo más fácil (igual que hacemos con el mando a distancia de la televisión). Por lo tanto, el declive lectivo ha sido tanto en la cantidad de lectura que se realiza como en su calidad. Por un lado, se lee poco (dedicamos el tiempo a otras cosas); por otro lado, se lee mal (de manera superficial, con poca comprensión, con poca capacidad critica).
Si este declive pasa factura a la población en general, a los creyentes aún más. Es así porque nuestra religión se basa en un texto. Nuestro texto se inspiró de forma sobrenatural y es evidente que contamos con la ayuda del Espíritu para entenderlo; no obstante, es un texto, y hay que leerlo. A veces digo que la carrera de teología es una carrera de letras, porque todo lo que hacemos debería basarse en nuestra lectura del texto bíblico.
Pero no sólo esto. Como creyentes, y en especial como maestros o predicadores, tenemos que leer más allá de la Biblia. Pertenecemos a una comunidad de fe que reflexiona sobre estas Escrituras. Los cristianos llevamos 2000 años registrado sus interpretaciones por escrito. Si en nuestra generación no leemos, no podemos aprovechar de toda esta reflexión como deberíamos.
¿Qué podemos hacer para mejorar como lectores? Primero, tenemos que entender que leer, para realmente crecer en entendimiento, requiere entrega y habilidades que van más allá de las necesarias para una simple lectura informativa o de ocio. Segundo, debemos desarrollar nuestra competencia lectora aprendiendo a usar las estrategias adecuadas. Y tercero, es necesario que nos habituemos a registrar lo que aprendemos por escrito. Ver los artículos de esta sección para unos consejos sobre la lectura:
- ¿Sabes leer?
- Tipos de textos académicos
- La pre-lectura
- Profundizando en los textos
- Tomando apuntes
- Hábitos personales