¿Sabes leer?
«¡Claro que sé leer!», dirás. «¡Aprendí en el colegio cuando tenía 6 años!» Lo cierto es que, hoy en día, apenas existen analfabetos en España, si medimos el alfabetismo por la mera mecánica de reconocer las combinaciones de letras que forman las palabras en una página. Pero hay mucha diversidad de textos para leer, y muchas razones y metas diferentes que nos motivan a leer. Concretamente, si lo que queremos es estudiar la teología seriamente, hará falta una lectura más madura que simplemente reconocer las palabras en la página. Tenemos que aprender a leer de manera comprometida y competente.
1. La lectura comprometida
Debemos saber leer de diferentes formas según el texto que tenemos delante y la razón por la cual leemos. A veces leemos de forma pasiva. Cuando leemos así nos relajamos y dejamos que el texto nos lleve adonde quiera. La lectura pasiva corresponde más bien a tiempos de ocio, y en este contexto es buena. Leer una novela tranquilamente sentado en el sofá no deja de estimular y enriquecer. ¡Debemos leer por placer!
No obstante, hay ciertos textos y circunstancias que requieren otro tipo de acercamiento. Una obra seria de teología, por ejemplo, requiere una lectura activa, no pasiva. La lectura activa implica compromiso, intencionalidad y entrega. Para leer así nos acercamos al libro como si nos acercáramos a su autor en persona, preparados para escuchar, pero también para dialogar –para hacer preguntas, para valorar lo que dice el autor, y para responder. En la lectura activa nos tenemos que involucrar: no solamente tenemos que entender el texto, sino también debemos de ser capaces de formar y poder expresar una opinión sobre él.
2. La lectura competente
Es evidente que la lectura activa requiere más esfuerzo que la pasiva. Pero la lectura activa no solamente implica una actitud de compromiso; también requiere una serie de competencias.
En su libro Como leer un libro, Mortimer Adler y Charles Van Doren hablan de cuatro niveles de lectura. Su resumen nos puede ayudar a entender cuáles son las competencias necesarias para una lectura comprometida. Los cuatro niveles son:
Por un lado, leer de manera comprometida requiere esfuerzo. Para leer así, no necesariamente debemos empezar por la primera página del texto en cuestión y dejar que nos lleve lentamente por su camino. ¡Y cuánto cuesta no hacerlo así! Por otro lado, la lectura comprometida requiere una estrategia. En la sección «Tipos de textos académicos», trataremos de desarrollar unas estrategias para diferentes tipos de textos que hemos de leer mientras estudiamos la teología.
Más en «La lectura»:
- Tipos de textos académicos
- La pre-lectura
- Profundizando en los textos
- Tomando apuntes
- Hábitos personales
1. La lectura comprometida
Debemos saber leer de diferentes formas según el texto que tenemos delante y la razón por la cual leemos. A veces leemos de forma pasiva. Cuando leemos así nos relajamos y dejamos que el texto nos lleve adonde quiera. La lectura pasiva corresponde más bien a tiempos de ocio, y en este contexto es buena. Leer una novela tranquilamente sentado en el sofá no deja de estimular y enriquecer. ¡Debemos leer por placer!
No obstante, hay ciertos textos y circunstancias que requieren otro tipo de acercamiento. Una obra seria de teología, por ejemplo, requiere una lectura activa, no pasiva. La lectura activa implica compromiso, intencionalidad y entrega. Para leer así nos acercamos al libro como si nos acercáramos a su autor en persona, preparados para escuchar, pero también para dialogar –para hacer preguntas, para valorar lo que dice el autor, y para responder. En la lectura activa nos tenemos que involucrar: no solamente tenemos que entender el texto, sino también debemos de ser capaces de formar y poder expresar una opinión sobre él.
2. La lectura competente
Es evidente que la lectura activa requiere más esfuerzo que la pasiva. Pero la lectura activa no solamente implica una actitud de compromiso; también requiere una serie de competencias.
En su libro Como leer un libro, Mortimer Adler y Charles Van Doren hablan de cuatro niveles de lectura. Su resumen nos puede ayudar a entender cuáles son las competencias necesarias para una lectura comprometida. Los cuatro niveles son:
- Primer nivel: lectura primaria. Consiste en reconocer las palabras en la página y seguir las frases. Este nivel se debe alcanzar en la educación primaria, y es básica para todo tipo de lectura.
- Segundo nivel: lectura de inspección. Consiste en leer de manera rápida algún texto para ver de qué va, cuáles son sus divisiones principales, cuáles son sus afirmaciones y evidencias, y dónde se ubican. Evidentemente este tipo de lectura no es pasiva, porque el lector no se deja guiar por el texto, sino que inspecciona el texto para discernir sus contornos e identificar sus porciones principales. En este nivel el lector pregunta activamente acerca de la tesis del texto y los contornos del argumento a favor de ella.
- Tercer nivel: lectura analítica. Tras haber inspeccionado el texto, el lector se dispone a inspeccionar cuidadosamente los pasajes que considera más importantes para comprenderlos (las porciones identificadas en el paso previo). Se trata de dialogar con el autor con el fin de entender bien lo que quiere decir. Este nivel requiere mucho compromiso –tal vez será necesario leer pasajes claves varias veces para entenderlos bien, o incluso buscar palabras desconocidas en el diccionario. ¡Es difícil realizar la lectura analítica sentado en el sofá!
- Cuarto nivel: lectura paralela. Se trata de leer analíticamente muchos libros y saber relacionarlos los unos con los otros. Evidentemente hay que leer en este nivel para la investigación. Pero incluso sin las exigencias de los ensayos seminaristas, debemos aspirar a leer así sobre diferentes temas bíblicos y teológicos que nos puedan interesar. ¡Hay sabiduría en una multitud de consejeros! (ver Prov. 15:22).
Por un lado, leer de manera comprometida requiere esfuerzo. Para leer así, no necesariamente debemos empezar por la primera página del texto en cuestión y dejar que nos lleve lentamente por su camino. ¡Y cuánto cuesta no hacerlo así! Por otro lado, la lectura comprometida requiere una estrategia. En la sección «Tipos de textos académicos», trataremos de desarrollar unas estrategias para diferentes tipos de textos que hemos de leer mientras estudiamos la teología.
Más en «La lectura»:
- Tipos de textos académicos
- La pre-lectura
- Profundizando en los textos
- Tomando apuntes
- Hábitos personales